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miércoles, 16 de marzo de 2011

El Origen de la Vida


Se encuentran unos escritos que podrían sugerir
nuevas líneas de investigación
sobre el Origen de la Vida


El Centro de Investigaciones Globales, al mando del Dr. Serra Ibáñez, ha encontrado en la antigua región de Los Urales (hoy, la Costa Noreste de Europa) unos escritos de nuestro más directo antepasado, el Ser Humano.

Según parece, el Origen de la Vida no fue, como creían hace más de 5000 años, el llamado Big Bang. El Dr. Serra Ibáñez asegura que la llamada teoría del Big Bang no era más que un intento baldío por parte de los primitivos científicos de explicar aquello que no podían entender, y que de hecho se afanaban en otorgarle junto con el carácter objetivo que toda ciencia supone, conceptos tan abstractos como la eternidad y la luz. Es más, los intentos de aunar el concepto neo-científico con la existencia de la religión -con las consecuencias que todos conocemos- fueron, probablemente, no solo el origen, sino la base de la Gran Revolución.

En palabras del afamado científico "No podemos afirmar según nuestras investigaciones cuál es el Origen de la Vida, pero creemos que nuestros antepasados poseían algún método para crear vida a partir de ellos mismos". Ni que decir tiene que esta aseveración, rayana con la locura, ha causado tal revuelo en la Comunidad Científica Global, que está siendo estudiada con minuciosidad la capacidad cognitiva del doctor malí. "Al parecer, existiría un método para que dos seres humanos crearan vida a partir de un proceso, probablemente químico, que desconocemos".

La teoría de que los seres humanos crearan vida gracias a tan misterioso proceso enlaza con la Revelación del denostado profesor Allende Staufen, de la Confederación de El Congo. "Creo que el profesor Allende no estaba tan loco como él pretendía hacernos creer. Por supuesto que la hipótesis del V.M.V. (Vehículo Motriz Vital) capaz de crear de la nada la energía vital es una locura, pero el concepto de amor necesita ser revisado por cuanto los escritos hallados en los Urales hacen de nuevo referencia a él como Origen de la Vida".

Al parecer, los escritos encontrados por el Dr. Serra Ibáñez y su equipo, mezclan conceptos puramente místicos con otros protocientíficos. En ellos, realizados rudimentariamente, se puede leer como un padre habla de su hijo y de su mujer. Además se nombran conceptos como mundo y pediatra. Se desprende que el lugar es llamado paritorio -probablemente en antiguo español "parte"- de lo que el profesor Serra Ibáñez  deduce "Creemos entender que los allí presentes, llamados médicos o enfermeras, componían las partes de la nada, y que los que se denominan padre y madre, eran capaces de alguna forma de darle Vida. Para ello creemos que se valían de lo que la Mística Moderna ha denominado amor, si bien pensamos que era una especie de cucurucho de plástico u otro material antiguo".

El Dr. Serra Ibáñez termina abriendo una puerta a futuras investigaciones "No sabemos cómo era el método, apenas conocemos a los actantes y para nada el por qué de la vida. De lo que estamos seguros es de que el proceso era milagroso y eficaz. Los Seres Humanos creaban vida, y vivían juntos con los llamados sentimientos. Creo que la Comunidad Científica debería centrar sus esfuerzos en entender los campos emotivos, conjugar sus conocimientos con la Mística Moderna, en lugar de negar cualquier compromiso mutuo. Quizás, -añade desafiante- cuando sepamos exactamente qué era el cucurucho de plástico, podamos entender muchas más cosas que ahora damos por imposibles".

A.B.

lunes, 14 de marzo de 2011

¡Una semana!

Nikita lleva dos días en casa. Tiene el ciclo cambiado, durmiendo de día y con una actividad frenética de noche, aunque claro, a un tipo como yo que se conoce todos los bares de Ekaterimburgo eso no debería extrañarle.

Ya empezamos a acostumbrarnos a estar los tres juntos en casa, y es que el tío tiene ya ¡una semana, dos horas y veintidós minutos de vida! Con lo rápido que para nosotros pasa una semana y para Nikita es toooooda su vida. Me imagino que cuando se ponga nostálgico pensará cosas como "cuando yo tenía tres días... bua, ¡eso sí que era música!" o "Recuerdo vagamente cuando tenía 4 días, pero entonces yo era un pelele".

Una semana, y cada día más contento a pesar de no dormir. Supongo que cuando se eternice el insomnio me parecerá menos gracioso, pero ahora simplemente me río de que alguien pueda llorar tan amargamente por, por ejemplo, estar en mala postura. He comprobado que los ciclos de felicidad-infelicidad son -eran para nosotros- mucho más sencillos al principio, y que con el tiempo lo único que hacemos es añadir variables y complicarlos, con lo fácil que es "comer, dormir y cagar". Lo cierto es que como dice mi amigo Pablo, a los 15 años añadimos "sexo" y tampoco hay mucho más...

Bueno, que me voy por las ramas. Que Nikita cumple hoy una semana de vida y está que se sale. Y que en cuanto tenga esos 15, recupera el ciclo de noche frenética, fijo.




domingo, 13 de marzo de 2011

Bienvenido al mundo

Hace 5 días y medio nació Nikita. Justo al nacer pusieron a mi hijo en mis brazos y mientras le hablaba en español sin parar, me miraba y me decía "aquí estoy, dependo de ti". No recuerdo bien mis palabras, porque fueron muchas y porque salieron del alma sin pasar por mi cerebro. Las manos me temblaban y miraba a mi mujer a la que el esfuerzo apenas le permitía moverse. Nikita, muy tranquilo, se acurrucaba pacientemente entre mis brazos y escuchaba mi retahíla como si fuera un cuento. Las enfermeras se preguntaban unas a otras en qué lengua estaba hablando mientras hacían su trabajo con un automatismo que me tranquilizaba.

¿Cuántas veces puede un hombre sentirse tan especial? Pienso que saberse especial es precisamente una sensación única, intensa y corta en el tiempo. No me parece posible una explosión de alegría que se convierta en un torrente de felicidad duradero. Y yo llevo 10 meses subiendo, peldaño a peldaño la Torre de Babel, y ya casi puedo tocar el cielo con mis manos. ¿Seré yo al fin, el que termine tan alocado sueño de conocer a Dios?

La pediatra valoró al bebé, se acercó y me dijo "9 puntos". ¿Eso está bien, no? Dije yo, sabiendo que el máximo eran 10 y que casi nunca daban más de 6. "Está perfecto", dijo mientras me hacía el signo "ok" con el dedo, máxima expresión de lo que ella supuso su capacidad políglota. En ese momento el aire me dio una caricia en la nuca y me sentí tan aliviado como Nikita entre mis brazos. "Está perfecto" se repetía en mi mente, y yo pensaba ciertamente que la perfección más absoluta, la conjunción de todos los sentimientos puros, el mundo de las Ideas en sí, era precisamente aquel cuerpecillo indefenso que arrimaba la oreja a mi corazón para sentirse en casa.

Es curioso, cuando dejé de escribir lo hice porque me quedé sin cosas que decir y hoy simplemente ya no soy capaz de expresarlas. ¿Pero cómo expresar tantos miedos, tantas alegrías, tan enorme satisfacción que a la vez me preocupa constantemente, en un simple párrafo? Nos dieron el lenguaje para pensar, pero los sentimientos no se piensan, ni se controlan, ni se cuentan. ¿Existe una combinación perfecta de caracteres en cualquier idioma capaz de describir siquiera alguno de los momentos de estos 5 días y medio?

Mi mujer me cogió de la mano como antes había hecho con todas sus fuerzas. Dejé a Nikita en la cama para que comiera por primera vez junto a su madre. "Aquí saben construir momentos especiales", pensé, y me quedé mirando embobado cómo Nikita se aferraba a la vida.

El 7 de marzo de 2011, a las 7 de la tarde en el paritorio número 7 del Centro Prenatal de Ekaterimburgo, en los Urales, nació Nikita. Y ahora me viene a la mente una de las cosas que le estuve diciendo justo después de nacer. Con los ojos empañados le repetía una y otra vez "¡Bienvenido al mundo, hijo mío, bienvenido al mundo!